La noticia dio la vuelta al mundo hace unas semanas. Una niña de diez años, violada sistemáticamente por su tío en la localidad de São Mateus (Espírito Santo), pudo realizarse un aborto legal, a pesar de las presiones sociales y mediáticas en su contra. No es la primera vez que grupos antiaborto arriesgan la vida y la seguridad de niñas embarazadas, de sus familias y de los profesionales de la salud que las atienden, en un país en donde -en promedio- más de 26 mil niñas menores de 14 años se convierten en madres cada año.