Mariana Carbajal: “Hay que convencer a nuestros editores sobre la importancia de una agenda feminista”
¿Cómo es el tratamiento de la información en los medios de comunicación sobre la despenalización del aborto y la violencia de género? ¿Cómo han respondido los grupos antiderechos a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)? ¿Qué otras luchas aún siguen pendientes? La Mala Fe conversó con Mariana Carbajal, periodista feminista del diario Página12 de Argentina, con más de diez años de experiencia en la cobertura sobre temas de género.
Equipo de redacción de La Mala Fe.
Hace unos días expusiste la trayectoria del diario Página12 en su cobertura sobre la despenalización del aborto y la erradicación de la violencia de género en términos generales. ¿Qué impresión tiene de los diarios locales frente a estos mismos temas?
El diario donde trabajo cumplió 34 años. Y en el suplemento que publicamos con 34 portadas dedicadas a la lucha por el derecho al aborto con una clara posición de acompañamiento por el reclamo del movimiento de mujeres feministas. Se les daba esa jerarquía cuando en otros diarios era un tema muy menor, marginal o inexistente. A partir del movimiento Ni una menos, en 2015, hubo un reflorecimiento de los feminismos más jóvenes y populares. Ese crecimiento de los feminismos alimentó la marea verde, que desencadenó una primera discusión en 2018 en el Congreso, por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, donde en el Senado se perdió por pocos votos. A partir de ese debate, la discusión del aborto, algunos medios hegemónicos todavía pretenden mostrar esa objetividad recurriendo a las dos campanas, quienes están a favor y conservadores. También es cierto que una amplia mayoría de periodistas estaban a favor del tema internamente, personalmente. Y eso tuvo una influencia más allá de la postura editorial de ciertos medios que pretendían esas dos campanas. Las periodistas feministas que estamos en una amplia variedad de medios contribuyeron a generar una opinión pública a favor de la despenalización del aborto.
Así como digo que mayoritariamente hubo periodistas que militaban la causa en los micrófonos, también los hubo en contra. Sí creo que hemos jugado, desde el periodismo, un rol clave en relación a quién se consulta o quién se invita para hablar del tema. Una decisión muy definitoria sobre lo que se va a escuchar en ese programa. Trabajando también en red, articulando acciones en redes sociales, o determinada posición frente a una decisión judicial o un debate.
Como trabajadora de un diario abiertamente a favor de los derechos humanos y específicamente de las mujeres, ¿has sido blanco de ataques de grupos antiderechos?
No ha sido mi caso. Sí otras colegas han recibido estos ataques sobre todo en twitter, que es como un ámbito más descarnado. Ataques de trolls orquestados para silenciar, amenazar, amedrentar. En mi caso no mucho, quizás algunas ocasiones, como insultos, pero no ha sido de forma mayoritaria.
Luego de más de diez años de carrera periodística ¿qué aprendizajes podrías compartir?
Que los espacios hay que conquistarlos. En pagina12 con un marco editorial a favor de los dd.hh fue más fácil meter esta agenda que tenía que ver con problemas que afectan particularmente a las mujeres, como la violencia machista. Lo hablábamos en el diario cuando todavía no era un tema que estaba en la centralidad de los otros medios. A partir del surgimiento del movimiento Ni una menos, esos temas pasaron de la marginalidad a la centralidad. Antes del 2018, estos temas incomodaban, había cierto estigma, la palabra aborto tenía un estigma muy fuerte. El debate del 2018, si bien se perdió en el senado, logró que se despenalice socialmente el aborto, que se hablara con más libertad en las casas, en los colegios, la calle.
Como aprendizaje creo que hay que convencer a nuestros editores y productores por qué es importante poner estos temas en agenda, cuáles son los derechos que nos están afectando, cuál es la realidad que queremos cambiar, cuál es la injusticia por la cual asumimos esta posición de periodistas militantes pero que tienen que ver con la vida cotidiana de ese productor, de esa editora. Si una genera empatía cuando habla de estos temas, sacándolos de la formalidad, de las leyes, sino bajándolo a la cotidianidad con historias concretas, pero también generando ese ida y vuelta de lo que nos pasa a nosotras. En algunos medios también ya se han incorporado la figura de editora de género, como en el diario El Clarín, el Canal 13, la Agencia Pública, los medios que dependen de la Universidad Nacional de Córdoba.
¿Crees que la narrativa sobre esos temas ha cambiado?
En la narrativa del aborto, por ejemplo, no se discute ya la ley. Estas redes de periodistas que estamos en distintos medios favorecen que los espacios más reaccionarios y antiderechos no ocupen los mismos espacios cuando hablamos de ampliación de derechos. Ese es un cambio de narrativa. Las historias que tienen que ver con las muertes por abortos clandestinos, de las pioneras de la campaña por el derecho al aborto, de las socorristas, y las historias sobre cómo se está cumpliendo la ley en Argentina, están ocupando espacios importantes en los medios. El aborto no solamente se ganó en las calles, en el Congreso, sino también esta despenalización social que fue previa va consolidando ese relato a los medios.
Sobre la violencia machista, persiste todavía esta narrativa. Creo que todavía lo que observamos es que los casos de feminicidios los cubren periodistas que siguen la agenda policial, entonces se cubren como un policial más, cuando sabemos que en realidad tienen que ver con una matriz, que no son casos aislados, que la otra cara de la violencia machista es la discriminación histórica de las identidades. En ese sentido muchas veces hay todavía un regodeo en el morbo. Últimamente yo veía un noticiero en un horario central, más vistos del mediodía en Argentina, hablando de un feminicidio, mostrando el cuchillo con el cual el agresor había intentado matar a una mujer, cuántos centímetros medía. Innecesario, un morbo innecesario. También tenemos en el país una desaparición de un varón trans, y en muchos casos los medios lo siguen nombrando por su nombre femenino anterior a su transición.
Pasando a la Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), ¿Cómo han percibido al sistema de salud pública en la implementación de esta norma?
Recién hace dos semanas el Ministerio de Salud presentó el protocolo de atención para estos casos. Una guía dirigida al personal médico para garantizar lo que dice la ley. Y en nuestra complejidad del sistema de salud pública, se viene cumpliendo la ley. En las provincias, sin embargo, siempre ha habido algunas resistencias en servicios públicos de salud, incluso en jueces sobre acciones para impedir los abortos legales. Lo que se observa es que esas resistencias que ya estaban contra los abortos legales, también se replican contra la nueva ley del IVE. Pero no han habido declaraciones masivas de objeción de conciencia. Hubo un caso de un hospital en una provincia del norte que aclararon que no iban a cumplir con la ley, y el Ministerio de Salud les indicó que la ley no le permite a un servidor público declararse objetor. Finalmente creo que todavía no hemos transitado tanto como para hacer una evaluación un poco mayor. Sí he observado que los municipios lanzan flyers y anuncios digitales, pero falta una campaña nacional que no ha lanzado el gobierno central ni provinciales, sobre información para la población, para que sepa sus derechos respecto al aborto. Está pendiente esa campaña.
¿Se podría decir que ha surgido un cambio cultural en el sistema de salud?
Es interesante lo que me decían algunas referentes de las áreas de salud de las provincias, donde dicen que hay un recambio, que se están jubilando los jefes de servicios de obstetricia y ginecología, que tienden a ser los más mayores y que tengan una mirada más resistente al aborto. Y que los nuevos médicos vienen empapados en la ola verde.
Volvamos a la ausencia de una campaña nacional sobre la ley.
Creo que es importante una campaña nacional para su difusión, que sean constantes, pero también entiendo que el sistema de salud está estresado por un lado en la atención de la pandemia, y por otro lado la prioridad por conseguir la mayor cantidad de vacunas. Vemos esos esfuerzos.
¿Cómo han respondido los grupos antiderechos frente a la ley de IVE?
Lo que se ha visto son esas presentaciones en distintos juzgados para declarar la inconstitucionalidad de la ley, cerca de treinta. Recursos de amparo que han sido en su mayoría rechazados. Solo uno se hizo lugar en un juzgado federal de la ciudad de Mar de Plata, pero el ministerio de salud y de Mujeres ya anunció que apelarán en las próximas horas. También hubo otro caso de un varón que quiso impedir el aborto de su expareja, adjudicándose el derecho como padre. Eso finalmente no avanzó, porque cuando la mujer se presentó a la audiencia, ella ya se había aplicado el aborto.
Los grupos antiderechos, o sectores celestes como le llamamos en Argentina, están organizados y están actuando, buscando el resquicio jurídico o legal para conseguir lo que no consiguieron en el Congreso, que es impedir la sanción de la ley. Las leyes se discuten en el Congreso. Acá lo que vemos es que los sectores religiosos y conservadores son antidemocráticos fundamentalmente, porque buscan frenar la aplicación de esta ley, cuando sabemos que esta tiene la legitimidad del debate popular, pero sobre todo la legitimidad del Congreso. Eso es lo grave. Y lo grave también es que lo consigan,con jueces que acompañan esas acciones antidemocráticas que fallan en función de su culto, en lugar de analizar el contexto jurídico.
Con la ley de IVE recientemente aprobada, ¿qué otros derechos siguen pendientes en la esfera de las deudas históricas?
La ley de cupo laboral trans. Está por salir, diría que es probable que pueda salir en la Cámara de Diputados esta semana, y seguir en la Cámara de Senadores. También estamos reclamando la paridad de género en los medios de comunicación para que se garantice la incorporación de mujeres en los distintos estamentos y con una serie de exigencias que tienen que ver con protocolos de actuación en casos de violencia de género, con la incorporación de capacitaciones con perspectiva de género para la cobertura de los medios, además de un lenguaje no sexista. Y también, pero sobre todo, la incorporación del enfoque de género en la justicia de Argentina. El poder que menos ha avanzado en Argentina en relación a esta agenda es el Poder Judicial, y lo vemos claramente con fallos sexistas que discriminan, jueces que no escuchan o no le dan la respuesta oportuna a mujeres o personas trans, o de la diversidad que denuncian violencia por razones de género, que minimizan los riesgos a los que están expuestos. Ese es un tema que aún nos desafía, el reclamo por una reforma judicial feminista.
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