En América Latina, las campañas muestran características específicas. En primer lugar, más que en cualquier otro lugar, la crítica a la ideología de género no es un monopolio de la derecha, aunque normalmente los derechistas están en primera línea. En segundo lugar, estas campañas involucran tanto a católicos conservadores como a evangélicos (principalmente neo-pentecostales). Dado que las voces evangélicas, que son nuevas en la región, son más estridentes, a menudo se pasa por alto el papel intelectual de la jerarquía católica. Sin embargo, los católicos latinoamericanos han contribuido significativamente al desarrollo del discurso anti-género, y las formaciones actuales contra el género se basan en estructuras antiaborto católicas más antiguas.
Y en tercer lugar, las formaciones políticas antigénero no son exclusivamente religiosas, sino que abarcan actores seculares cuyo perfil difiere sustancialmente entre países. En Brasil, incluyen a políticos jugando cartas electorales, actores de extrema derecha, liberales de centro que articulan argumentos antiestatales junto con argumentos contra el género, activistas de clase media que anhelan el orden social, y activistas judíos de derecha conectados transnacionalmente.