El proyecto de ley de Ohio que ordena a los médicos que "reimplanten" un embarazo ectópico es parte de una tendencia preocupante de que los legisladores inventen terapias no comprobadas relacionadas con la salud reproductiva, dicen Daniel Grossman y Yanett Anaya.
Daniel Grossman es profesor de obstetricia, ginecología y ciencias de la reproducción en la Universidad de California, San Francisco, y el director de Advancing New Standards in Reproductive Health.
Yanett Anaya es profesora asistente de obstetricia, ginecología y ciencias reproductivas en la Universidad de California, San Francisco, y endocrinólogo reproductivo en el Centro de Salud Reproductiva.
Los legisladores en Ohio parecen decididos a superar los límites de la ciencia médica. Por segunda vez en el último año, se presentó un proyecto de ley que instruye a los médicos a «reimplantar» un embarazo ectópico en el útero como una forma de salvar al embrión en desarrollo. Si se aprueba, el proyecto de ley prohibiría todos los procedimientos que terminan un embarazo, incluido el tratamiento estándar para embarazos ectópicos, a menos que la vida de la paciente esté en riesgo. Por lo tanto, cualquier médico que use un tratamiento basado en evidencia para un embarazo ectópico, en lugar de intentar un trasplante, podría ser acusado de «asesinato por aborto».
Desafortunadamente, el trasplante ectópico no existe. Muchas pacientes con un embarazo ectópico se sienten devastadas cuando se enteran de que su embarazo no podrá continuar. Preguntan si se puede hacer algo para salvar a su bebé y, con mucho remordimiento, tenemos que decirles que la respuesta es no.
Después de que se produce la fertilización en la trompa uterina, un embrión en desarrollo viaja al útero para su posible implantación. Sin embargo, una implantación exitosa requiere que tanto el revestimiento uterino sea receptivo como que un embrión de 5 días sea competente. Estos dos eventos sincronizados están regulados con precisión, ya que esta conversación cruzada entre el embrión y el útero solo puede ocurrir durante un breve período, denominado «ventana de implantación«. Después de eso, el endometrio ya no es hospitalario para un embarazo en desarrollo. Además, extraer un embarazo en desarrollo de su sitio de implantación sería tan perjudicial que causaría un daño irreparable, y el embrión no continuaría creciendo. Dada la complejidad de la implantación humana, no tenemos la tecnología para trasplantar un embarazo en desarrollo de la trompa uterina, donde la mayoría de los ectópicos se implantan, y reimplantar el embarazo en el útero.
La única literatura publicada sobre trasplante ectópico incluye dos informes de casos de 1915 y 1980. Se dan pocos detalles en cualquiera de los informes, y el último caso se publicó 10 años después de que supuestamente ocurriera. El informe más reciente en la literatura médica sobre trasplante ectópico resultó ser fraudulento, y el médico británico que lo proclamó exitoso fue retirado de su cargo. Es difícil imaginar un cuerpo de evidencia más endeble sobre el cual se pueda basar la política.
Las leyes que codifican este tratamiento no probado, y lo que la mayoría de los médicos llamarían imposible, son peligrosos. La propuesta de ley permite excepciones si la situación amenaza la vida de la paciente embarazada, pero los médicos pueden sentir que sus manos están atadas a menos que estén 100% seguros de que la paciente morirá a menos que intervengan. La duda que esto causa puede retrasar el tratamiento indicado, como la cirugía o la terapia con metotrexato. El embarazo ectópico es la principal causa de mortalidad materna en el primer trimestre en los Estados Unidos, y nunca debemos retrasar la terapia para salvar vidas, especialmente en un momento en que enfrentamos una crisis de mortalidad materna en este país.
Más allá de los riesgos inmediatos para la salud materna, estas leyes estigmatizan y avergüenzan a las mujeres que han experimentado y sobrevivido a un embarazo ectópico. Muchas mujeres con embarazos ectópicos querían estar embarazadas y harían cualquier cosa para poder continuar con el embarazo. La retórica que afirma incorrectamente que algo podría haberse hecho para salvar el embarazo puede ser traumática para las pacientes que eligieron adecuadamente las intervenciones que les salvaron la vida.
En un embarazo ectópico, el desarrollo del óvulo fecundado ocurre fuera del útero, generalmente en las trompas de Falopio, aunque también puede ocurrir en un ovario o en algún otro lugar del abdomen. Los embarazos ectópicos no son frecuentes (se producen 2 en cada 100 embarazos, aproximadamente), pero si no se tratan a tiempo, son muy riesgosos.
Esta última legislación sobre el trasplante ectópico es parte de una tendencia preocupante de los legisladores que inventan terapias no probadas relacionadas con la salud reproductiva. En 2015, por ejemplo, los legisladores en Arizona y Arkansas introdujeron leyes que requieren que los proveedores de abortos informen a sus pacientes sobre la posibilidad de «revertir» un aborto con medicamentos si cambian de opinión. En ese momento, no había evidencia rigurosa que documentara la eficacia del llamado tratamiento de «reversión», y un estudio reciente sugiere que puede haber riesgos de seguridad.
Solo en el área de interrupción del embarazo, los legisladores sin capacitación médica podrán redactar leyes que aboguen por tratamientos no probados. Vale la pena señalar que las pacientes que tienen un aborto son desproporcionadamente negras, hispanas o asiáticas. Las mujeres negras también tienen más probabilidades de tener un embarazo ectópico y de morir a causa de él. Estas leyes obligan a los pacientes a participar en experimentos no supervisados, lo que es preocupante dada la historia de la experimentación médica en personas negras e hispanas en los Estados Unidos. Desde el Estudio Tuskegee de la sífilis no tratada hasta la experimentación quirúrgica de J Marion Sims en mujeres esclavizadas, hasta la prueba de anticonceptivos orales en altas dosis en mujeres puertorriqueñas, las personas negras e hispanas han sido víctimas de experimentos médicos poco éticos que les causaron daños graves. Deberíamos tener cuidado de repetir este pasado oscuro.
Queda por ver qué sucederá con estos proyectos de ley en Ohio. Sin embargo, independientemente de si entra en vigor, el hecho de que se introdujeron debería ser profundamente preocupante para todos los y las profesionales de la salud y para cualquiera que respete la integridad de la ciencia. Todos necesitamos hablar en voz alta en oposición. El trasplante ectópico pertenece a las películas de ciencia ficción, no a las leyes que rigen la salud reproductiva.
Esta nota fue publicada originalmente en The BMJ Opinion por Daniel Gossman y Yanett Anaya, bajo el título «The myth of ectopic pregnancy transplantation«. Reproducido con permiso de sus autores. Traducido al español por CLACAI.
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