En 2020, el caso de Camila se presentó ante el Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas. En la comunicación presentada por la niña, representada por el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), se acusó al Estado peruano de haber violado los derechos fundamentales de Camila, contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Casi tres años después, el Comité llegó a una conclusión: Perú es responsable. El Comité consideró que la falta de información sobre el aborto terapéutico y el acceso efectivo a este procedimiento, además del contexto de embarazo producto de las violaciones de su padre, pusieron en peligro la vida y la salud de Camila. Además, el Comité resolvió que la revictimización que sufrió Camila por parte autoridades sanitarias, policiales y judiciales, responde a discriminación por motivos de edad, género, origen étnico y condición social.
«Estoy consternada por el modo en que las autoridades nacionales han tratado a una niña de 13 años víctima de violación e incesto. Lejos de ser protegida, dada su extrema vulnerabilidad, fue revictimizada y acosada por las autoridades sanitarias, policiales y judiciales. De hecho, pasó de víctima a delincuente», señaló Ann Skelton, presidenta del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
A raíz del caso de Camila, el Comité ha listado una serie de medidas que Perú debe implementar para evitar que se vuelva a vulnerar a otras niñas de la misma forma. Una de esas medidas es la despenalización del aborto en casos de embarazo infantil, para garantizar que las niñas embarazadas accedan a aborto seguro y atención postaborto. También se recomendó modificar la normativa relacionada al acceso al aborto terapéutico, para que se regule su aplicación específica a las niñas.