Según Susana Vallina, encargada de comunicación de Vifac, entre 90% y 92% de las mujeres terminan quedándose con sus hijos. Sin embargo, reconoció que no hay seguimiento a estas mujeres puesto que su misión es solamente el de apoyo a embarazadas. Vifac asegura que tiene fuertes lazos de colaboración con la fiscalía y la procuraduría del Estado de México, y que colaboran con la lista de padres a los que se dan en adopción.
Al ser consultado sobre estos puntos, el Gobierno federal dijo que los procesos de adopción tramitados ante cualquier instancia que no sea la oficial “son realizados de manera irregular”, y que esto incluye “la promesa de adopción durante el proceso de gestación”. El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (conocido como DIF) dijo además que ya desde agosto habían constatado que Vifac no ha entregado a las autoridades la Constancia de Autorización para operar como Centro de Asistencia Social.
En su respuesta, el DIF detalló también que, a partir de la consulta realizada por EL PAÍS, este 20 de octubre la fiscalía y la procuraduría del Estado de México emprendieron diversas acciones para obtener información sobre si existe algún tipo de relación institucional con Vifac, “debido a que se advierte la posible realización de prácticas ilícitas en materia de adopciones”, y para “indagar si se han tramitado adopciones en coordinación con dicha institución de asistencia privada”.
Dos años antes de esta visita, en un centro en el sur de Ciudad de México que entonces figuraba como afiliado a Heartbeat, una mujer le había ofrecido a una de las reporteras encubiertas “canalizarla” a una organización independiente con la promesa de que ofrecían una alternativa diferente a la del DIF, única organización autorizada para llevar a cabo adopciones por ley. En la sala de espera del centro, la reportera pudo ver a muchas mujeres jóvenes con niños de brazos esperando recibir una despensa. Consultado por la forma de operar de estos centros, Miguel Ángel Salazar, quien suele presentarse como asesor médico de la red de CAMs en América Latina, aseguró que “estas instituciones trabajan en favor de la niñez y en favor de la mujer”, y que los cuestionamientos por la manipulación a la que someten a mujeres embarazadas “son mentiras” y tienen “un sesgo ideológico”. También dijo que tenía “forma de fundamentar” de que estas eran mentiras; pero, al pedirle más detalles al respecto, cortó la comunicación de manera abrupta.
“La institucionalización cada vez es una práctica menos recomendada”, explica Susana Chávez, la directora del Consorcio Latinoamericano Contra el Aborto Inseguro (Clacai), “porque lo que cada vez queda más claro, en las políticas de adopción, es que los niños y niñas deben ser insertados a hogares, a familias y esa es la tendencia mundial”. En la última década, estudios científicos y organizaciones como Unicef han puesto sobre la mesa evidencias de que la institucionalización tiene un impacto negativo considerable sobre el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Por estos motivos, explica Chávez, organizaciones como HI y sus afiliados no promueven abiertamente los albergues en donde institucionalizan a las madres y buscan otras maneras de captarlas.
Las promesas de facilitar o resolver la adopción, así sean falsas o ilegales, se han repetido de manera similar en los otros países. En un centro de Bogotá, donde la reportera se presentó como embarazada en condición de vulnerabilidad, le sugirieron recurrir a Fundación Hogar Margarita: le aseguraron que allí tenían listas de padres en espera en caso de que quisiera darlo en adopción y le dieron mensajes confusos diciendo que la fundación se encargaría del proceso fuera del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, órgano encargado de las adopciones en Colombia.
En ese país, al igual que en México, Costa Rica y El Salvador, hubo también una similitud en el ofrecimiento de supuestas modalidades de adopción parcial en donde las madres podían seguir en contacto con el bebé y de cancelaciones de actas de nacimiento o cesión de derechos paternales. En Argentina, la encargada del centro le aseguró a la reportera —quien se hizo pasar por una joven embarazada—, que nunca ha conocido a una mujer que terminara dando en adopción a su bebé después de llevar el embarazo a término.