Los tres afirman que la epidemia no los va a pescar: Ortega dice que es porque el pueblo nicaragüense es revolucionario y la epidemia es de los ricos y capitalistas. López Obrador dice que el pueblo mexicano es ancestral y tiene la protección de sus amuletos. Y Bolsonaro dice que el pueblo brasileño es fuerte y no muere tan fácil, se puede bañar en el desagüe y no se enferma. Es decir, una fortaleza que viene de la exclusión, la subordinación y la miseria. Los tres tienen un sesgo común: la protección de Dios y han construido la mitología de que su pueblo es invencible, invulnerable al coronavirus.
Se toma a pecho su segundo nombre. Se cree el Mesías, realmente…
Bolsonaro tiene el comportamiento clásico de un caudillo político latinoamericano. El otro día, cuando salió a desmentir que había pedido el cierre del Congreso y de la Corte, dijo: “Yo soy la Constitución”. Los bolsonaristas le llaman “Mito” desde la campaña.
¿Los templos y las iglesias se encuentran cerrados?
Se recomienda su cierre, aunque los pastores se han resistido mucho a la medida. En Río, la justicia ha forzado el cierre de la iglesia del pastor Silas Malafaia, quien apeló y le han dado el derecho de reunirse. Las iglesias están desobedeciendo las reglas, pero no solo ellos.
¿Quiénes más están incumpliendo?
Como en Perú, la cantidad de gente que requiere estar en la calle para sobrevivir es muy grande. Al gobierno le tomó tiempo ejecutar el paquete de emergencia social que empezó a funcionar la semana pasada. Mucha gente siguió saliendo, hay mucha gente sola, ancianos, que tienen que hacer compras.