A primera vista QAnon parece un fenómeno que se sitúa principalmente en Estados Unidos, donde el mes pasado Facebook eliminó cientos de grupos, páginas y anuncios vinculados al movimiento QAnon al asegurar que los contenidos compartidos por estos grupos sugerían el uso de la violencia y, pese a no cumplir los requisitos para ser designados una «organización peligrosa», sí se ha demostrado que «suponen un riesgo para la seguridad pública».
Sin embargo, a pesar de estas restricciones en territorio estadounidense en redes sociales, el movimiento QAnon ha llegado a Latinoamérica, donde las referencias hacia el titular de la Casa Blanca y su supuesta lucha contra el «Estado profundo» abundan en los grupos de QAnon latinoamericanos, pero al igual que muchos de sus similares en EE.UU., estos no se limitan a esta particular teoría conspirativa.
Los mismos seguidores de esta teoría colocan otros argumentos para rechazar las vacunas, el aborto, el cambio climático y la gravedad de la pandemia de coronavirus, entre otras posturas que se oponen a los derechos fundamentales, funcionan como una caja de resonancia para otras teorías basadas en datos e informaciones cuestionables.