Si queríamos una prueba de que en la historia no hay progreso, ahí está la elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil. Más de dos décadas de avances en los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI amenazan con ser arrasadas por la alianza conservadora liderada por Bolsonaro y que sostienen militares e iglesias evangélicas.
Esta alianza se expresó desde la campaña política, cuando el actual presidente de Brasil decidió llevar como lema: “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos” en alusión, por un lado, a un grupo radical de paracaidistas del Ejército que, en 1969, planificó una intervención armada que buscaba detener las negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla; y, por otro, a los valores que, en nombre de Dios, Bolsonaro prometía transformar en política pública.
Los hombres del presidente
Aunque la pastora y ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, concitó la atención internacional por sus primeras declaraciones en torno a los colores que corresponden a cada sexo: “Las niñas, de rosa; los niños, de azul”, dicha cartera no es la única otorgada al poder evangélico.
Al barajarse el nombre de Mozart Neves Ramos, director del Instituto Ayrton Senna y ex rector de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), como ministro de Educación, la bancada evangélica lo rechazó. Bolsonaro reculó y nombró a Ricardo Vélez, colombiano nacionalizado brasileño, autoproclamado monarquista, defensor de la dictadura militar y de los valores religiosos y familiares. En el pasado, respaldó un proyecto de ley que prohíbe la educación sexual y la crítica política en las escuelas.
El gabinete, además, está conformado por siete militares (el mayor número desde el fin de la dictadura), quienes ganaron su primera batalla, en el ámbito de las políticas sociales, al publicarse una norma que prevé ampliar las escuelas conducidas por militares y organizadas bajo los valores castrenses. Actualmente, Brasil cuenta con 12 colegios de ese tipo.
El poder de Dios
Luego de las elecciones de octubre del 2018, en las que se renovó las dos terceras partes del Senado, las fuerzas conservadoras han mantenido su mayoría: El Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que lidera el presidente Michel Temer, continuará como la primera minoría con 12 senadores, mientras que el partido de Jair Bolsonaro, el Partido Social Liberal, obtuvo cuatro escaños. Se suma a ellos el Partido de la Social Democracia (PSDB), quien pasó de 11 a 9 senadores. En un Senado con 81 miembros y fragmentado en 21 fuerzas políticas, la suma de los señalados es suficiente para imponer una nueva agenda.
Así se mostró el último 13 de febrero, cuando el plenario del Senado brasileño aprobó por mayoría retomar la discusión de un proyecto que prohíbe totalmente el aborto, incluso en los casos de mujeres violadas.
Signos de los tiempos
A fines de enero, Jean Wyllys, diputado federal por Río de Janeiro, renunció al cargo y se fue de Brasil debido al recrudecimiento de las amenazas de muerte en su contra. El primer diputado federal abiertamente gay vivía con escolta policial desde el asesinato de Marielle Franco, lideresa de la comunidad afrodescendiente y LGTBI, en marzo del 2018.
La otra nota grotesca, gráfica del machismo desaforado, la dio el empresario rural Amauri Ribeiro, al asumir su primer mandato como legislador regional por el Estado de Goiás. Con su sombrero de cowboy, no dejó que su pareja vaya al sitio de cónyuges e invitados, sino que la mantuvo sentada en sus rodillas, exhibiéndola cual objeto.
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