La metodología de recibir donaciones es habitual en organizaciones religiosas, pero el Opus Dei tiene “esa especialidad”. Lo dice Gustavo, un exnumerario que hoy es un reconocido abogado en Buenos Aires. Como casi todos los que dejaron la Obra, usa un seudónimo para hablar y para las publicaciones que hace. Estuvo una década dentro y salió en 1998.
-Había un sacerdote que identificaba a personas mayores con plata y sin herederos entre los cooperadores y en especial cooperadoras. Y entonces nos mandaban a visitarlas y tomar el té. Las acompañábamos en su vejez y las convencíamos de que lo mejor era dejarle a la Iglesia sus propiedades.
Gustavo es uno de los autores de un documento -Aspectos Críticos de la praxis del Opus Dei- que firmó una decena de ex numerarios argentinos en 2014 y que entregaron a las más altas autoridades de la Iglesia en Buenos Aires y también al papa Francisco -lo tomó el asistente que estaba al lado- en una audiencia en Roma en 2015.
Hasta hoy no hubo respuesta.
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Hay una historia que conocen todos los ex numerarios de Buenos Aires: la del edificio de la Avenida Santa Fe 825. Dentro lo llaman “Esmeralda” -nombre de la calle lateral-: son cinco pisos de lujo que pertenecían a dos mujeres, María Rosa de Massaro y su hija Diana, que vivieron allí hasta que se murieron. Empezaron donando uno de los pisos, luego el otro que estaba en alquiler, y el siguiente. Hoy funciona como centro residencial de miembros del Opus y es propiedad de la Asociación para el Fomento de la Cultura, una de las primeras que tuvieron en la Argentina, creada en 1961, y que tiene una veintena de edificios y departamentos en Buenos Aires.
En uno de esos edificios, en la calle Austria al 2300, vive Elina Gianoli Gainza. Tiene 80 años y es una de las numerarias de más alto rango del Opus Dei en Sudamérica, heredera de una de las familias más ricas de Chile y a la vez una de las familias más emblemáticas del Opus Dei en la región: los Gianoli Gainza no sólo fueron uno de los clanes que más ayudó a la entrada y expansión en Santiago de Chile y en Uruguay, sino una de las familias que más millones de dólares les dio en Santiago y Montevideo.
María Luisa Gianoli Gainza es hermana de Elina. Es viuda, tiene 85 años, ningún hijo y un patrimonio declarado en unos 20 millones de dólares, pero estimado por inventario judicial en cinco veces más: unos 100. Tuvo varias internaciones psiquiátricas y lleva al menos una década encerrada en una clínica especializada en Montevideo con deterioro cognitivo, según el diagnóstico. La terapia con electroshock y los antipsicóticos que recibió desde joven para tratar su esquizofrenia precoz hicieron estragos en ella.
Cuando muera, toda su fortuna irá a la Asociación Cultural y Técnica, una de las principales asociaciones civiles ligadas al Opus Dei en Uruguay y a la que en su testamento nombra su “universal heredera”. Además, el documento deja entre 10 y 50 mil dólares a varios familiares y 100 mil dólares más a una congregación de monjas. También cifras similares a algunos empleados y ex empleados: uno de los beneficiados es el psiquiatra uruguayo y numerario Alexander Lyford-Pike, director del Instituto de Psiquiatría y Psicología de Montevideo, clínica en la que recibió atención durante muchos años María Luisa. Ni en la residencia del Opus Dei en la que vive ni en la clínica ni en su Whatsapp, Pike responde los requerimientos de entrevista.
El testamento se firmó el 15 de noviembre de 2000 en Montevideo frente al escribano Alberto Vázquez Dendi -fallecido-. Siete años antes, en 1993, se había firmado el primero frente a la escribana Paulina del Castillo, que tenía otra “universal heredera”: la Fundación Chilena de Cultura, también ligada al Opus pero de Santiago de Chile. Los dos escribanos pertenecieron al estudio jurídico y notarial Pérez del Castillo y también a la Obra.
Veinte años después, en un día de casi 40 grados, en el living de un departamento de San Isidro, un barrio de clase alta en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires, se reúnen cuatro de los once hermanos Gatica Gianoli. Son los hijos de Carmen Gianoli Gainza, la hermana mayor de María Luisa, declarada incapaz por la justicia uruguaya en 2010, y la numeraria Elina, quien fue su curadora desde esa declaración y hasta 2017. Tienen entre 48 y 70 años y son los que encabezan el reclamo contra su familia ante la justicia uruguaya.
Los sobrinos Gatica Gianoli denuncian “abuso patrimonial” de su tía Elina sobre su tía María Luisa. Y quieren cobrar su herencia: la parte que tendría que haber recibido su madre de la fortuna familiar que empezó a gestar el abuelo Cirilo Gianoli hace un siglo en Chile, cuando llegó como cónsul uruguayo y se sumó a la empresa de su hermano Antonio. Primero tuvieron una exportadora de ajos y frutas; luego ampliaron los negocios y se consolidaron en la industria minera y metalúrgica con la compañía Carbomet (Carburo Metalúrgica), que se convirtió en Molibdenos y Metales (Molymet), la principal procesadora de molibdeno del mundo hasta hoy. Lo hicieron en sociedad con otros dos grupos familiares poderosos de Chile: el de los Mustakis y el de los aún más poderosos Matte, que está entre los clanes conocidos como los “dueños de Chile” y también pertenece al Opus Dei.
Los cinco hijos del matrimonio entre Cirilo Gianoli y Elina Gainza nacieron y crecieron en Chile. Tras la muerte de Cirilo en 1946, la viuda y el único varón de los hijos, Sergio, manejaron las empresas y se vincularon con el Opus Dei, que recién había desembarcado en el país. Era 1950.
-El Opus Dei fue parte de nuestra vida desde que nacimos. Nuestra casa de Santiago, en la que crecimos, fue la primera casa de mujeres de la Obra en Chile, porque nuestra abuela inició la rama femenina del Opus ahí y también después en Montevideo – cuenta Felipe Gatica Gianoli, uno de los más jóvenes de los sobrinos que reclaman su herencia
Dicen que su madre, la mayor de los cinco herederos, fue marginada de la familia cuando se fue a Francia a parir a su primer hijo. Recién casada con el veterinario chileno Mauricio Gatica Becker, que trabajaba en centros de formación rural de la Obra en Chile, volvió un año después y tuvo once hijos más -uno murió-. Fue la única parte de la familia que quedó ahí mientras todo el resto se instaló en Montevideo. Nunca se recompuso el vínculo de Carmen con sus hermanos ni su madre y ya no participó de las empresas familiares. Los criaron en Chile hasta la llegada de Salvador Allende al gobierno, en 1970, cuando salieron del país y, tras un breve paso por Uruguay, se radicaron en Bella Vista, provincia de Buenos Aires.
-Mamá tenía también problemas psiquiátricos de los que nunca se trató. Por orgullo y enojo, nunca reclamó nada de lo que le correspondía de herencia. Y por eso, mientras nuestra familia en Uruguay vivía en la riqueza, nosotros crecimos sobreviviendo – agrega Felipe.
Cuando Felipe dice sobrevivir, entre todos cuentan las carencias: dormían de a dos en una cama, su casa estaba derruida, pasaban frío, la mayoría de las comidas las tenían en el club o algún centro del Opus Dei que los becaba. O en los veranos, porque la abuela los invitaba a pasar la temporada en su casa de Punta del Este, primero a los tres mayores y después a todos. Para ellos, era como ir a Disney, cuentan: el único momento del año en el que tenían las cuatro comidas y tomaban chocolatada todos los días.
A pesar de la pelea familiar, su madre fue supernumeraria hasta la muerte. De hecho, murió en 1985 en La Chacra, una de las “iniciativas apostólicas” históricas de la Obra en Bella Vista, y donde se alojó Josemaría Escrivá en su visita a Buenos Aires, en 1974. Todos los Gatica Gianoli estuvieron allí escuchando las palabras del hoy santo de la Iglesia Católica.
Después de la muerte de la abuela, en 1989 -cuatro años después que su hija Carmen-, creyeron que iban a heredar lo que les correspondía: pero entonces solo recibieron 35 mil dólares cada uno a modo de “regalo de la abuela”. Quisieron iniciar la sucesión pero muy pronto se dieron cuenta de que los hermanos de su madre no estaban dispuestos a hacerlo. Empezaron las tensiones familiares con sus tíos y primos a cargo de las empresas, que les dieron 3.5 millones de dólares para los once a cambio de la firma de un contrato.
-La tía María Luisa siempre estuvo enferma. Y cuando murió nuestra abuela, que era la que la cuidaba, la tía Elina fue la que se hizo cargo de todo y manejó su patrimonio. Todos sabíamos de su incapacidad, así consta en la historia clínica de ella, de los certificados de los médicos psiquiatras que la trataron y aún la tratan – dice Tomás.
Recién en 2009 Elina y sus otro hermanos solicitaron la incapacidad de María Luisa Gianoli, con diagnóstico de psicosis de tipo esquizofrénica desde su juventud, y su hermana Elina fue nombrada curadora en 2010.
Antes de ir a los tribunales, intentaron por varias vías acordar con su tía Elina y pidieron al Opus Dei que intercediera. En 2016, tras la publicación de la segunda edición del libro El imperio del Opus Dei en Chile, de la periodista chilena María Olivia Monckëberg, supieron que el dinero de la familia no sólo era mucho más, sino que el rompecabezas de empresas y movimientos estaba atravesado por miembros del Opus Dei en Chile y Uruguay y que buena parte del dinero ya había ido a parar a la Obra en distintos actos de beneficencia. Los sobrinos entonces buscaron abogados en Uruguay y decidieron ir a la justicia: la sucesión tenía que iniciarse allí.
Los procesos judiciales iniciados por los sobrinos en Montevideo acumulan decenas de páginas de diagnósticos así como las reiteradas internaciones en clínicas psiquiátricas especializadas, el tratamiento con electroshock, y las cartas de su abuela de puño y letra -la madre de María Luisa- en la que cuenta avances y retrocesos de su hija y la atención que recibió de psiquiatras del Opus Dei. Además, la demanda penal señala que se realizaron “donaciones prohibidas de los bienes de la incapaz”, que Elina como curadora no realizó un inventario completo y estimativo de los bienes de su hermana en forma fidedigna y legal y, entre otros hechos, que jamás realizó rendición de cuentas en debida forma.
A raíz de las irregularidades detectadas, en diciembre de 2017 la justicia uruguaya la removió del cargo y nombró un curador interino que está revisando todas las cuentas de María Luisa para reconstituir su patrimonio real.