El pasado domingo 24 de abril, el gobierno de Daniel Ortega cerró la oficina de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la ciudad de Managua y anunció la expulsión de los representantes del organismo internacional del país. La acción del presidente de Nicaragua se da luego de que la OEA cuestionó la represión del gobierno contra las manifestaciones y sus opositores políticos, y desconoció el último proceso electoral en donde Ortega consiguió su cuarta reelección.
Tras el cierre de la sede de la OEA en Nicaragua, el canciller Denis Moncada se pronunció a favor de la medida. “Tampoco tendrá, este infame organismo, en consecuencia, oficinas en nuestro país. Su sede local ha sido cerrada. De todos los engañosos mecanismos de este engendro, llámense Consejo Permanente, llámense comisiones, llámense reuniones, llámense Cumbre de las Américas. No tendremos presencia en ninguna de las instancias de ese diabólico instrumento de la mal llamada OEA”, dijo.
Previamente, en el marco de un régimen dictatorial en Nicaragua, la OEA no reconoció la reelección que le da un cuarto mandato consecutivo al presidente Daniel Ortega, y aprobó un proceso de aplicación de la Carta Democrática Interamericana en su contra por la vulneración de los derechos humanos en el país desde 2018. De acuerdo a los reportes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por lo menos 355 murieron en manifestaciones contra el gobierno.