En 2018, un sacerdote visitó La República. Era Esteban Desposorio, párroco de la Prelatura de Huamachuco, norte de Perú. Llevaba un fólder con documentos que señalaban delitos sexuales por parte de sacerdotes de la prelatura, así como del arzobispado de Trujillo.
Asimismo, mostró cartas firmadas por él mismo y otros sacerdotes, dirigidas a líderes de la Iglesia católica. Reclamaban por atención a las denuncias, por encubrimiento de obispos y vicarios, además informaban de castigos que los dirigentes católicos llevan a cabo contra sacerdotes que, como ellos, visibilizan a presuntos abusadores sexuales.
Desposorio también relató que, desde 1999, decenas de jóvenes le han confiado sus historias a él y a los religiosos Nery Tocto, Agustín Díaz, Elmer Acuña, así como al expárroco y periodista Antonio Campos.
En 2016, estos religiosos conformaron la Comisión de Escucha a las Víctimas de Abusos Sexuales de la Prelatura. Una de sus acciones ha sido el envío de cartas, donde cuentan lo que saben a autoridades de la iglesia en Lima, Chimbote y La Libertad, así como a funcionarios públicos e instituciones estatales del departamento norteño. La mayoría no han sido respondidas.
En 2019, la autora de este reportaje recibió una carta. Está firmada por Desposorio y otro religioso que, por amenazas, pidió que no hiciéramos pública su identidad. En ella, se menciona a 12 curas (nueve de Huamachuco y tres de Trujillo) que estarían implicados en casos de abuso sexual.
El documento detalla que los religiosos escucharon a más de 100 jóvenes, quienes les contaron sobre abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos. Algunos de ellos les permitieron revelar sus nombres y dar paso a una denuncia en Fiscalía; otros, la mayoría, pidieron mantener sus identidades bajo reserva.