En ese contexto, las activistas y defensoras de derechos humanos de las mujeres exigen al Parlamento de Venezuela que impulse un proyecto de ley que garantice el derecho de las mujeres de las mujeres al aborto seguro, la inclusión del tema en la agenda legislativa 2021 – 2022 y una reforma al Código Penal sin modificaciones desde hace más de cien años.
Al respecto, el presidente de la nueva Asamblea Nacional y representante del chavismo, Jorge Rodríguez, ha dado declaraciones neutrales sobre el aborto. “Hicimos una consulta que llegó a tener más de 40 propuestas. No puedo darte mi postura, pero todo lo que hagamos será a través de la consulta popular”, dijo en una conferencia de prensa recientemente.
Para Malu Valerio, activista feminista del colectivo Sobrepasadas, la historia de los gobiernos de Venezuela es muy cercana a los militares ultraconservadores y la iglesia. “Nuestros cuerpos no escapan de la necesidad de control y explotación histórica, que entiende los cuerpos de las mujeres y personas gestantes como extensión del territorial al que hay que sacar provecho”.
Por su lado, Liliana Buitrago, miembro del Grupo de Trabajo Mujeres, Cuerpos y Territorios, coincide. “Los gobiernos (de Venezuela) son expresiones de sociedades, y nuestra sociedad, como nuestro gobierno, es patriarcal, conservadora y con una cultura antiderechos. También hay un giro importante reciente en la región, que tiene que ver con el avance de grupos antiderechos fundamentalistas que han hecho lobby político para reforzar proyectos conservadores en América Latina”, dice.
El avance de los grupos antiderechos en Venezuela se vio reflejado en el proceso electoral de 2018, donde postuló a la presidencia Javier Bertucci, un empresario y pastor evangélico de la Iglesia Maranatha que actualmente es diputado por el estado de Carabobo en la Asamblea Nacional. En Venezuela, según el profesor Antonio Sáez Arance del Instituto de Historia de la Universidad de Colonia, los evangélicos representan cerca del 25% de la población.