Un proyecto de ley para prohibir estas prácticas a profesionales de la salud fue presentado en el Congreso en 2018 por el legislador José María Villalta, quien advierte que “los partidos evangélicos están bloqueando” su debate y votación.
Otro político, Enrique Sánchez, el primer legislador abiertamente gay en Costa Rica, asegura que pidió al presidente “su ayuda para dar prioridad al proyecto de ley”. Espera que se vote antes de las elecciones generales programadas para febrero de 2022.
La prohibición es un primer paso esencial, afirma Sánchez, porque «esto es una violación del derecho de toda persona a ser tratada con dignidad».
Sin embargo, la abogada y defensora de los derechos LGBTQ Larissa Arroyo advierte que “muchas de esas ‘terapias de conversión’ no vienen por parte de personas que sean profesionales de salud” y esta legislación no las abarca.
Por ejemplo, no afectaría las prácticas anti-LGBTQ que llevan adelante pastores e iglesias en este país, el único de América Latina con una religión estatal (catolicismo).
Son actividades muy frecuentes en las iglesias evangélicas, “sobre todo en la ruralidad”, dijo Shi Alarcón, socióloga y activista por la diversidad sexual de Casa Rara, un grupo de apoyo para jóvenes LGBTQ.
Según Alarcón, estas falsas curas están en alza. “Si escucho a diez adolescentes al mes, ocho me dicen que los llevaron o les ofrecieron [sesiones de ‘conversión’ en las iglesias] o que sus madres les dijeron: ‘Vamos a hacer esto’”, dijo.
Uno de nuestros reporteros encubiertos fue a una iglesia evangélica en la capital, San José, en busca de consejo sobre su “homosexualidad no asumida”. Una pastora le dio una sesión de 90 minutos repleta de afirmaciones engañosas y despectivas.
“La mayoría de personas que entran en el homosexualismo, la mayoría, no voy a decir todos, consumen droga”, afirmó la pastora. Comparó las relaciones gay con la defecación y afirmó que el abuso sexual, los pecados de los padres, la masturbación y la pornografía son las causas de la orientación gay.
Además, aventuró que nuestro reportero probablemente había sido concebido por sus padres luego de “mirar pornografía» y que, por lo tanto, «ya viene contaminado».
Le propuso al periodista un programa destinado a su total “sumisión a Jesús”, consistente en sesiones semanales en la iglesia, orar, escuchar música cristiana, estudiar la Biblia y evitar contacto con otras personas gay, la pornografía y la masturbación.
En una respuesta a nuestra investigación, la pastora reiteró sus afirmaciones sobre los vínculos de la homosexualidad con el uso de drogas, la pornografía, el abuso sexual, los pecados de los padres y la masturbación, asegurando que son “conclusiones” extraídas de sus “40 años de consejera espiritual cristiana” y de versículos de la Biblia que citó en la respuesta para cada una de sus afirmaciones.
La pastora objetó el uso de la palabra “gay” en nuestro recuento de su sesión, pues no corresponde a su “léxico”. También dijo que nuestro reportero fue por su voluntad a la sesión y dijo que era cristiano. “Si él hubiera dado una respuesta negativa no se le habría dado la consejería”, dijo.
También objetó el reporteo encubierto, que tachó de “poca profesionalidad”. Dijo asimismo que sus servicios son gratuitos y no solo para “personas con problemas de ‘pérdida de identidad sexual’”, sino también para “personas con ataques de pánico y depresión. Tengo testimonios de personas que pasaron por esas situaciones […] que son libres por el poder de Jesucristo”.
‘Necesitamos dejar de ceder las palabras que utilizamos para estar bien – familia, terapia, salud – a los sectores conservadores’
Alarcón apoya el proyecto de prohibición, pero cree que hay que hacer más para detener este tipo de prácticas en las iglesias.
“Necesitamos ampliar la categoría de los crímenes de odio […] para incluir la ‘terapia de conversión’, y dejar de llamarla ‘terapia’”, dijo. «Necesitamos dejar de ceder las palabras que utilizamos para estar bien – ‘familia’, ‘terapia’, ‘salud’ – a los sectores conservadores”, dijo.