Luego de las manifestaciones que estallaron en España el 15 de mayo de 2011, los activistas del grupo ultracatólico HazteOir, con sede en Madrid, discutieron estrategias para sacar ventaja de la crisis nacional, muestran los archivos de WikiLeaks.
Un documento interno de HazteOir expone las dificultades que tenía el grupo para crecer, y propone aprovechar la coyuntura y buscar formas de incorporar la “crisis de valores” a la que se dedicaba – oponiéndose al aborto y al matrimonio igualitario – a las crisis económica y política de España que habían llevado a tantas personas a las calles.
Las campañas del grupo debían volverse más políticas, “aun a riesgo de que se piense que estamos formando el germen de un nuevo partido”, dice el documento. Como prueba del éxito de esta estrategia, cita al ultraconservador estadounidense Morton Blackwel, quien “recaudó millones” para una campaña que “más parecía la propuesta electoral de un partido que la protesta reivindicativa de una asociación cívica”.
Este archivo tiene un enlace a otro documento, fechado el 22 de mayo de 2011, que aparenta contener apuntes de conversaciones entre figuras progresistas y HazteOir sobre “puntos básicos que nos unen a los que desde la izquierda y la derecha queremos regenerar la democracia española”. No toca la cuestión de los “valores familiares”, se enfoca en cambio en asuntos como representación política y reforma electoral.
Este documento nombra a Ignacio Escolar (fundador del periódico de izquierda Público y actual director del diario.es) y a Francisco Polo (integrante del Partido Socialista Obrero Español y que fue el director de Change.org para España) entre quienes habían “consensuado” esa propuesta por la unidad. Pero ambos dijeron a openDemocracy que esto es “falso”.
Escolar y Polo negaron relación alguna con HazteOir o con su director, Ignacio Arsuaga – quien luego fundó CitizenGo y se hizo aliado estrecho del partido ultra Vox. Ambos recordaron un encuentro casual con Arsuaga en un bar de Madrid – sin saber que ese encuentro sería mencionado en unos apuntes que terminarían, una década más tarde, en los archivos divulgados por WikiLeaks.
Los dos recordaron, por separado, que Arsuaga los abordó, se presentó y sugirió que los activistas digitales más conocidos, de izquierda y de derecha, debían pactar unas propuestas mínimas que pudieran constituirse en un consenso eficaz para las amplias demandas del 15-M.
“Lo escuché, como escuché a tanta gente entonces. En ningún caso tengo recuerdo de que la propuesta fuera mía […] llamar ‘propuesta consensuada con’ me parece un exceso… aquella conversación no cristalizó en ningún trabajo conjunto”, dijo Polo.
Escolar añadió: “Ese encuentro inesperado e improvisado quedó en nada. No he vuelto a ver a Arsuaga desde entonces ni tampoco he tenido ningún otro contacto con él”.