En Perú, el colectivo antiderechos ‘Con mis hijos no te metas’ se unió inicialmente al candidato de ultraderecha Rafael López Aliaga y reciéntemente con Keiko Fujimori. ¿Qué opinión tiene de estas alianzas?
El fanatismo religioso de un candidato me produce escozor. Soy un convencido del Estado laico. Lo que hemos visto en el periodo del fujimorismo con la actuación del obispo de Lima, que es del Opus Dei, fue una alianza religiosa con un régimen intolerante y cleptocrático. La derecha y la religión son aliados históricos.
Observando el contexto en América Latina y sus antecedentes, ¿cree que los grupos antiderechos encuentran mayor afinidad con los partidos de derecha?
La izquierda troglodita yestalinista no cree en los derechos civiles. Pero salvo el señor Cerrón, yo entiendo que las izquierdas en América Latina no son estalinistas. Las izquierdas han trabajado por el derecho de las mujeres, de los gays y la sociedad civil. Lo que vemos es un proceso de igualación social. Y las derechas desde una posición conservadora, luchan contra las igualdades, lo que es perverso. Lo que hacen es luchar por la idea de la familia convencional. En el hondo sentir conservador la única familia posible es la familia padre, madre, hijos y un perrito. Esa misión ignora los movimientos sociales que han habido en los últimos 50 años.
¿Ve algo rescatable en el discurso de esa derecha que describe?
Los que no tienen nada que decir sobre el futuro, solo tienen que decir sobre el pasado. En cómo conservar el pasado. En el caso de Keiko Fujimori, en cómo volvemos a los noventa, que son los años de los latrocinios más grandes que ha habido en la historia del Perú. Y tiene a la mitad de la población con ella. Estos grupos (antiderechos) están ahí porque son afines. Porque no tienen nada que proponer, defienden un viejo orden, un ayer mítico, que es el pensamiento cero, vacuo. Es el opuesto al pensamiento, es reacción al pensamiento. Las únicas ideas son que el otro es malo, pésimo, tiene cola de demonio, que es un imaginario infantil pero no deja de ser interesante cómo no tienen nada que decir, solo sobre el otro. No tienen nada que decir, solo van a desandar lo andado.