Pero ¿cómo así estos grupos de la Iglesia Católica lograron acumular poder político y económico en Perú? La respuesta se encuentra en el acuerdo entre el Vaticano y el Estado Peruano, conocido como El Concordato. Un documento que tiene calidad de tratado internacional y que brinda beneficios de todo tipo a esta Institución, por ejemplo, exoneraciones tributarias y remuneraciones económicas a sacerdotes. Ningún Congreso ha cuestionado esta sagrada escritura desde que entró en vigor en 1980.
Valiéndose de este acuerdo, el Opus Dei junto al Sodalicio han hecho cuantiosas fortunas. Lamentablemente, no se puede calcular a cuánto ascienden porque al ser instituciones amparadas por la Iglesia Católica están exoneradas de rendir cuentas. Pero de las denuncias periodísticas se sabe que ambas sectas viven del peculio de sus miembros, de herencias. Ese es el caso de la familia Romero, Dionisio fue profesor de la universidad del Opus Dei, Universidad de Piura, mientras que su hermano, Ramón, donó los terrenos donde se edifica la institución. El tío de ambos, Feliciano del Campo Romero, estaba vinculado con la agrupación fascista española, La Falange. Cabe resaltar que los Romero son una familia española. “Salieron de Soria, un lugar muy tradicional, muy pobre, con una estructura de clases semifeudal que se mantuvo hasta entrado el siglo XX”, sostiene Francisco Durand, autor del libro Los Romero: fe, fama y fortuna.
La relación de estos grupos religiosos con las familias más adineradas del país quedó transparentada cuando se reveló, en 2015, que el Arzobispado de Lima, dirigido en ese entonces por Juan Luis Cipriani, miembro del Opus Dei, tiene acciones en la minera Buenaventura. La compañía minera es gerenciada por Roque Benavides, quien también es un católico devoto y un aliado del grupo ultraconservador de derecha, la Coordinadora Republicana.
“Es un pulpo que tiene varios brazos, se meten a la educación, se meten a la industria, todos tienen un tipo de apariencia y un tipo de roce, van a determinados clubes, son básicamente blancos, se relacionan y se casan entre ellos, son sectas, se comportan como sectas, la sangre de ellos es muy especial según dicen ellos, nadie más lo cree”, comenta Herbert Mujica.
El investigador pone de ejemplo a Francisco Tudela. “Cuando habla es un tipo afectado, con unas poses y forma de duque, esa huachafería es de los españoles pobres que vinieron a América latina, allá eran los expulsos, todo eso lo hicieron a imagen y semejanza de España”.