La emergencia del COVID-19 ha mostrado las diversas falencias de los sistemas de salud públicos de América Latina y el Caribe, y como en anteriores crisis, se han visto afectadas las atenciones en salud sexual y reproductiva (SSR), incluido el aborto. Ello ha sucedido no solo por la creciente demanda de atenciones en salud y el evidente déficit de profesionales sanitarios en muchos países de la región sino porque a ello se suman las diversas estrategias de los grupos antiderechos para poner trabas legales, objetar guías técnicas, o generar crisis políticas alrededor del acceso al aborto legal en tiempos de pandemia. Si bien el 25 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció a los servicios relacionados con la salud reproductiva como un servicio esencial y de alta prioridad, en algunos países se han sucedido una serie de estrategias que buscan limitar los servicios de SSR.
Al poco tiempo de iniciada la emergencia en los EE.UU., donde se vienen desplegando una serie de estrategias para limitar el acceso al aborto legal desde el inicio de la era Trump, varios estados dejaron de brindar los servicios de aborto. La justificación fue la de reservar instalaciones y equipos de protección personal para el tratamiento del pacientes COVID-19. Sin embargo, ello no convenció a los jueces y un tribunal obligó al estado de Texas a restaurar el acceso al aborto el 22 de abril.
Como sugiere Nancy Northup, presidenta del Centro para los Derechos Reproductivos (CRR), «Las clínicas de Texas tienen enormes listas de espera. Tardarán semanas, o meses, en ver a todas las pacientes». Ello, como sabemos, tendrá como consecuencia para las mujeres más vulnerables, como las migrantes indocumentadas, en posibles consecuencias de aborto inseguros o el incremento de embarazos no deseados. Para Northup, los vetos durante la pandemia forman parte de una campaña de los grupos antiderechos y los estados conservadores que aspiran a que el Tribunal Supremo les permita prohibir el aborto, por lo cual “están aprovechando de la situación para sus metas políticas». Más recientemente, una nota de prensa de las Naciones Unidas indicó que Estados Unidos estaría usando la crisis del COVID-19 para restringir el acceso al aborto.