La presencia de la Santa Sede como Observador Permanente en la ONU viene siendo criticada por diversas voces, incluidas voces católicas. A la crítica sobre la falta de requisitos para ser considerado como Estado, se suman otras relativas al rol que cumple la Santa Sede en la ONU. Este año, Catholics for Human Rights, que vienen desafiando el estatus de la Santa Sede en la ONU, presentó un informe donde, entre otras cosas, señalan que la política y los objetivos de la Santa Sede en la ONU son básicamente anti-derechos de las mujeres y anti-igualdad. Como ejemplo, citan el rol obstruccionista que ha cumplido la Santa Sede en conferencias como la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo realizada en el Cairo en 1994 y que fue pionera en el reconocimiento de derechos reproductivos.
Asimismo, se citan los esfuerzos de la Santa Sede para obstaculizar la agenda de la Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing en 1995. Como antecedentes más inmediatos, el mencionado informe cita el tradicional rol obstruccionista en espacios como la Comisión de la Condición Social y Jurídica de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés), donde constantemente buscan tejer alianzas para proponer lenguaje regresivo en temas de derechos de las mujeres.
Por otra parte, el informe habla del comportamiento convenientemente elusivo de la Santa Sede, comportándose como Estado para obstruir el avance de derechos, pero escudándose en su misión espiritual y religiosa para evadir sus obligaciones, como el cumplimiento de los pocos instrumentos internacionales de derechos humanos que han ratificado, como la Convención de Derechos de niños y niñas. Como ejemplo, se cita su falta de compromiso con la investigación de los casos de abuso sexual de niños y niñas, cuyos perpetradores han sido sacerdotes de la Iglesia Católica.