Como integrante del Bloque Cristiano de la Asamblea Legislativa, Fabricio Alvarado se ha mostrado en contra de la agenda progresista del presidente Luis Guillermo Solís en temas como la diversidad sexual, la unión de parejas del mismo sexo, la fecundación in vitro o el aborto.
El discurso conservador de Alvarado en contra de la “ideología de género”, encajó con las iglesias católica y evangélica, que han liderado una promoción muy agresiva de su candidatura. “Dentro de las iglesias se estaba invitando abiertamente a que voten por Fabricio; incluso les dicen que se va ir al Infierno si no lo hacen, literalmente”, comenta Córdoba. Esto es posible ya que, en Costa Rica, las iglesias compensan en muchos casos la ausencia del Estado. “El trabajo comunitario de las iglesias evangélicas ha sido maravilloso y tiene que ser admirado.
Trabajan en los pueblos, se acercan a la gente, están ahí día a día, cosa que el Estado no ha hecho y que la sociedad civil tampoco puede hacer por falta de recursos”, destaca Arroyo. Ofrecen servicios como guarderías, apoyo para crisis de pareja y reuniones de socialización los fines de semana. Además, son las mejores redes de difusión y comunicación. “Fabricio (Alvarado) no ha gastado ni siquiera $2000 dólares en la campaña de primera vuelta.
Su candidatura creció a punta de redes sociales y de la Iglesia”, señala Córdoba. En los últimos años, la popularidad del actual presidente se ha visto mellada por un escándalo de corrupción y tráfico de influencias. “La campaña de Alvarado se ha inclinado por prometer una gestión austera en el gasto público, de tener las “manos limpias” y la voluntad para hacer bien las cosas, así no se cuenten con todas las capacidades, apunta Arroyo.
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